La intranquilidad respecto al futuro de la economía comenzó desde antes del inicio de la administración, en 2018.
El deterioro de la economía empezó años antes de la pandemia del COVID-19, a decir del Centro de Estudios Económicos del Sector Público (CEESP), el punto de inflexión fue el proceso electoral de 2018 con muchas declaraciones y señales negativas, algunas que se concretaron incluso desde la toma de posesión, posteriormente el gobierno tomó medidas que limitaban la participación del sector productivo en sectores de alto impacto, propiciando un ambiente de incertidumbre que generó cautela en la inversión y el consumo, además de inhibir el crecimiento económico.
Adicionalmente, se presentó la pandemia del Covid-19, lo que ha causado una importante caída de la actividad productiva a finales del primer trimestre del 2020.
“Los niveles de confianza y las expectativas de crecimiento se han deteriorado continuamente ante medidas erráticas y no favorables para la inversión, así como con la negativa del gobierno a tomar medidas significativas para contrarrestar el impacto económico de la crisis sanitaria y generar condiciones favorables para la reapertura” subrayó.
El organismo advirtió que todo 2020 la economía seguirá debilitada, sin embargo, diversos pronósticos como el del Banco de México, estiman que el siguiente año haya un repunte de hasta el 5% en el crecimiento del PIB, por lo que conviene generar una estrategia para el 2021 con políticas congruentes con la reactivación de la inversión productiva -que viene mayoritaríamente del sector privado- y de la inversión en infraestructura pública.
El CEESP insistió en la necesidad de un escenario de certidumbre económica que estipule reglas claras para hacer negocios, sin la posibilidad de que sean “manipuladas a capricho por ninguna autoridad, en un ambiente de seguridad y nula impunidad”.
“Esto sería, sin duda, el incentivo más efectivo para la inversión productiva y, por consecuencia, la posibilidad de crear más empleos de calidad (tiempos completos y mejor remunerados)”, sentenció.
Asimismo, apuntó que si bien el T-MEC podría traer importantes beneficios, para ello es indispensable:
· Reducir la informalidad de los negocios y aumentar el tamaño de los establecimientos para lograr una mayor productividad de la economía (que se ha reducido por muchos años)
· Adoptar políticas que generen mayor competencia e inclusión para favorecer el emprendimiento y la toma de riesgos
· Construir mejor infraestructura que permita unir a todas las regiones del país de manera eficiente a la asociación norte americana
· Mejor regulación y coordinación entre los tres niveles de gobierno
· Acabar con los espacios de rezago y baja productividad en el campo y permitir la migración de los sectores menos productivos a los de mayor productividad
· Elevar la calidad de la educación a fin de lograr una fuerza laboral que pueda competir adecuadamente con las de nuestros socios comerciales
“Transversalmente es innegable que se requiere un estado de derecho más fuerte, con reglas claras, estables y procesos predecibles, así como un combate eficiente contra la inseguridad y la corrupción”, añadió el organismo.
Aseguró que la recuperación luego de la crisis sanitaria no será fácil, aunque confío en que en 2021 habrá un repunte, “pero será resultado de un repunte automático y no de una recuperación de la dinámica económica“, por lo que insistió en que se realicen ajustes a la política económica y de esta manera, evitar “evitar una catástrofe económica y social y concretar los objetivos de crecimiento y empleo productivo para todos”.
Fuente: IDC. (2020). Políticas necesarias para la recuperación económica. Julio 13, 2020, de IDC Online Sitio web: https://idconline.mx/